El evangelista Billy Graham, ha compartido algunos consejos bíblicos para las mujeres que luchan con el dolor y el pesar de tener un aborto. En una columna de consejos de reciente publicación, el predicador de 97 años de edad, ministro Bautista, explicó a una mujer que ha abortado que una consecuencia "invisible" del aborto es la abrumadora culpabilidad, sin embargo, la esperanza no se pierde.

La mujer, denominada JN, escribió a Graham: "Tal vez algunas mujeres pueden pasar por un aborto y no sentirse culpable, pero no soy una de ellas, me siento muy mal por lo que hice, y cada vez que conduzco por un patio de colegio me 'siento casi consumida por el dolor". 

Graham respondió con compasión y comprensión, explicando que si bien lo que hacía era malo ante los ojos de Dios, Él no la ha rechazado ni la abandonó. 

"Él te ama, así como Él amaba al niño que crecía en su vientre (y es ahora, estoy seguro, de forma segura, está en su presencia). Por otra parte, cuando Cristo murió en la cruz, todos sus pecados, sin excepción, se transfirieron a él, y él tomó sobre sí el juicio que merecías, como dice la Biblia: "él es la propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 2: 2), escribió. 


El evangelista también animó a al lectora a utilizar su experiencia para ayudar a otros en situaciones similares: "Acepta el regalo del perdón de Dios hoy en día, girando a Cristo por la fe e invítalo a entrar a su vida", escribió. "Entonces creerá que su promesa de perdón es cierta, y que algún día irás a estar con él para siempre. Además, pídale que le ayude a llegar a otros cuyos corazones y mentes se han atado, como la suya ha sido". 




En otra columna "Mis respuestas", Graham se lamentó de que la legalización del aborto ha causado estragos en la cultura americana. 

"La vida es sagrada (incluso la vida en el vientre materno), y es un regalo de Dios que hay que tomar muy en serio", escribió. "Sé que el aborto es común hoy en día, y me temo que esto ha embotado nuestros sentidos y nos hizo caso omiso de sus consecuencias. Pero Dios ve las cosas de manera diferente a nosotros, y dar la espalda a él a nuestro propio riesgo. A menudo pienso de Dios las palabras a Jeremías: "antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué" (Jeremías 1: 5)".