Nick Ral para www.actualidadcristiana.net
La Madre Teresa de Calcuta, una de las figuras más icónicas del mundo en el siglo 20, ha sido declarada como "santa" católica el domingo en una misa al aire libre dirigida por Francisco frente a la basílica de San Pedro.
Nadie puede desacreditar el trabajo de Teresa de Calcuta, su trabajo con los más necesitados fue un verdadero ejemplo para todos, pero eso no se cuestiona en absoluto, este artículo solo intenta traer luz doctrinal sobre el tema.
La mujer que fue reconocida por sus obras de caridad en la extrema pobreza de la India, lleva 19 años desde su fallecimiento. La iglesia católica, en base a un milagro reciente que le es atribuido a la Madre Teresa, la sitúa como acostumbra en el lugar de "Santa" en forma oficial. Esto le otorga según el catolicismo, la posibilidad de que los creyentes se dirijan a ella en oración, aunque por cierto esto ya venía ocurriendo.
La Biblia habla claramente sobre quiénes son los santos, y eso somos todos los que fuimos santificados por la sangre de Jesús a través de la fe en él. Encontramos una gran diferencia entre la enseñanza católica y el cristianismo primitivo, este es uno de los aspectos que todo cristiano evangélico entiende nos diferencia del catolicismo.
Pablo, en sus cartas, se dirige a los santos en diversas ciudades de las regiones de Asia evangelizando. Una característica sobresaliente de estos santos es que estaban viviendo, aunque también habló de los Santos de los cuales dijo que habían "dormido", es decir, habían muerto en Cristo, y estaban a la espera de la resurrección de la Iglesia.
La verdad clave, sin embargo, es que se convirtieron en santos mientras estaban viviendo, y no después de que habían muerto.
Curiosamente, incluso Pablo se dirige a los santos en Roma.
Romanos 1: 7-12
A todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros. Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí.
Es evidente que Pablo escribe a los santos que están vivos, a los que espera visitar pronto, por los que se ora, a los que desea ver para animar. A los Corintios, escribe "Todos los santos os saludan", hablando de los santos que lo acompañaban en el momento.
Efesios 4: 11-13
Él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo ...
Somos hechos santos por la fe en el Señor Jesucristo. Estamos hechos de la justicia de Dios en Cristo Jesús por medio de creer en él, el trabajo de su cruz y su resurrección. La santidad significa ser hecho santo. La santificación es la santidad, pero no nuestra propia santidad a través de nuestras propias obras, pero su santidad por la fe en Él nos ha acreditado a nosotros como resultado de su gracia, o favor, hacia nosotros.
No podemos llegar a ser santos por nuestra propia bondad o trabajos. Si lo hiciéramos podríamos presumir de nuestras propias obras, o la santidad, o incluso en la grandeza de los demás como más santos que otros, que es lo que la Iglesia Católica Romana, en esencia, ha hecho.
Otro punto importante es que la Biblia condena la comunicación con los muertos, es decir no se puede rezar u orar a un difunto, la Biblia llama a esto "espiritismo".
Deuteronomio 18: 10-12
No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti.
Dios le bendiga - Nick Ral para www.actualidadcristiana.net