ASI SERA EL RAPTO Y LA VENIDA DEL SEÑOR.


Yo ví la venida del Señor. Yo escuché su llamado como el sonido de una trompeta y la voz de un arcángel.Y toda la tierra se estremeció y de los sepulcros salieron los muertos justos para encontrarse con el Señor en el aire. Por hora, tal parecía, escuché las cornetas tocando, y la tierra y el mar dieron sus muertos. El Señor Jesucristo se paró sobre las nubes con vestiduras de fuego y contempló la gloriosa escena.

Escuché el sonido de trompeta otra vez; y mientras miraba, los que estaban vivos y permanecían en la tierra ascendieron para encontrarse con ellos. Yo ví a los redimidos como millones de puntos de luz encontrándose en un lugar de reunión en el cielo. Allí los ángeles les dieron batas del blanco más puro. Había un gran regocijo.

A los ángeles se les dió el mantener orden y parecían estar en todo lugar dándole atención especial a los resucitados.

Un cuerpo nuevo les fue dado a los redimidos, y fueron transformados según pasaban por los aires.

Grande gozo y felicidad llenaban los cielos y los ángeles cantaron, "Gloria al Rey de los Reyes".

Muy alto en los cielos contemplé un cuerpo espiritual grande, este era el cuerpo de Cristo. Y el cuerpo estaba acostado de espalda sobre una cama y sangre goteaba hacia la tierra. Yo sabía que este era el cuerpo inmolado de nuestro Señor. Y entonces el cuerpo creció más grande y más grande hasta que llenó los cielos. Entrando y saliendo del cuerpo estaban millones de los redimidos.

Yo miré pasmada cuando millones subieron por las escaleras al cuerpo y lo llenaron, comenzando por los pies y continuando por las piernas, los brazos , el estómago, el corazón y la cabeza. Y cuando estaba lleno, yo vi que estaba lleno de hombres y mujeres de muchas naciones, gente y lenguas en la tierra.

Millones fueron sentados delante de un trono y vi ángeles según traían los libros de los cuales el juicio fue leído. Estaba el asiento de la misericordia y recompensas les fueron dadas a muchos.

Entonces, mientras miraba, una oscuridad cubrió la faz de la tierra, y fuerzas de demonios estaban por doquier.

Incontables números de espíritus malos habían sido sueltos de sus prisiones y lanzados sobre la tierra. Escuché al señor decir: "hay de los habitantes de la tierra, porque satanás ha venido a morar entre ellos".

Yo vi una bestia airada, y el derramó su veneno sobre toda la tierra. El infierno se estremeció en su furia y desde un abismo sin fondo salieron ejércitos en multitudes de espíritus malos para ennegrecer la tierra con su grande número. Hombres y mujeres corrieron llorando a las montañas, las cuevas y las colinas. Y hubieron guerras sobre la tierra, hambre y muerte.

Al fin vi caballos de fuegos y carrozas en los cielos. La tierra tembló y el sol se volvió rojo como la sangre. Y el ángel dijo: ¡"escucha tierra, el Rey ya viene"!


Y apareció en los cielos el Rey de Reyes y Señor de Señores, y con él estaban los santos de todas las edades, vestidos en el blanco más puro. Y me acordé que todo ojo le verá y que cada rodilla se doblará delante de él.


Entonces los ángeles metieron su hoz y cosecharon el grano maduro, que es el fin del mundo.

Jesús dijo, "arrepentíos y sed salvos, porque el reino de Dios está cerca. Mi voluntad y mi palabra se cumplirán. Preparad el camino del Señor". Amén.

Tomado de "Una Revelación divina del infierno". Por Mary Baxter