En un mundo en donde la maldad y la injusticia afloran por todas partes, se torna cada vez más complicado sobrellevar el carácter de Cristo en los creyentes. Cuando a lo malo lo llaman bueno y a lo bueno lo llaman malo, pareciera muchas veces que los hijos de Dios son los que incurren en faltas cuando en realidad es todo lo contrario.

Mateo 5:10-12 Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque el reino de los cielos les pertenece. Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias. Alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo. Así también persiguieron a los profetas que los precedieron a ustedes.


Este tema muchas veces resulta difícil de entender, debido a que muchos Cristianos tienen un falso concepto de la vida en Cristo, pensando que somos una especie de "Superman", pero a lo que realmente estamos llamados, es a llevar "nuestra cruz", como lo hizo el Señor. Estamos viviendo en mundo caído, en un mundo donde nosotros como hijos de Dios estamos continuamente "en guerra", batallando por todas partes contra nuestro "verdadero adversario" Satanás y su legión de demonios.


De muchas formas podemos sufrir persecución, desde correr peligro de perder la vida como consecuencia del testimonio de Cristo, como ocurre en países en donde se está completamente prohibido portar una Biblia, hasta cuando se nos burlan en la cara por vivir de acuerdo a las enseñanzas del evangelio.

Jesús sufrió la persecución desde el día en que nació y hasta la muerte en la cruz. Durante su ministerio en la tierra, la envidia de los fariseos determinó el odio hacia El Señor, que demostraba con poder la gloria de Dios sobre su vida, ellos no soportaban que la gente lo siguiera, y menos toleraban que lo llamaran "Rey". 

El primer mártir de la era cristiana fue Esteban, a quién lapidaron, el texto bíblico lo relata así: 
Gritando a grandes voces, se taparon los oídos, y se precipitaron todos con un mismo furor contra él; y habiéndole sacado a empellones fuera de la ciudad, le apedreaban. Y los testigos depusieron sus mantos a los pies de un joven llamado Saulo. Y seguían apedreando a Esteban, que rogaba y decía: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”, e hincando las rodillas, clamó con grande voz: “Señor, no les demandes este pecado”.

Impresiona la reacción del siervo Esteban, el no los maldijo, el le rogó al Señor que tuviera misericordia de ellos, la unción que había en su vida era poderosa, y aunque los homicidas le quitaron la vida, Esteban tenía control sobre el mundo espiritual a través del Espíritu Santo, como se destaca que "se taparon los oídos" porque el poder de Dios estaba en las palabras del siervo.

Cotidianamente el Cristiano comprometido con la causa, aquel que tiene temor de Dios, aquel que ama la justicia, es puesto a prueba. El cristiano debe saber que tarde o temprano tendrá que marcar la diferencia, y saber que servimos al Señor Jesucristo y  no a los hombres, y que nada de lo que este mundo puede ofrecernos debe "arrebatar" la corona de vida que Dios nos tiene preparada.

Salmos 27:10. “Aunque mi padre y mi madre me dejaren, con todo, Jehová me recogerá”

Víctor Ramos - Actualidad Cristiana